DELICIAS ESPAÑOLAS II

Música para orquesta de cuerda de los siglos XIX-XX

 

            Este CD que tiene en sus manos con música española para orquesta de cuerda de finales del XIX y primeras décadas del XX es la continuación de otro anterior con el mismo título dedicado solamente al XIX: Delicias españolas - Música para orquesta de cuerda I (siglo XIX), VRS 2038.

            Como se explicaba en los comentarios de ese primer CD, la música española para orquesta de cuerda, excepto alguna obra aislada, comienza a componerse de manera regular a mediados del XIX en paralelo a la instauración estable de temporadas de conciertos instrumentales en Madrid y otras ciudades españolas; alcanza su pleno desarrollo con el cambio de siglo y la que podríamos denominar Generación del 98 musical (o como otros denominan ‘Generación de los maestros’) y continua ya de manera ininterrumpida e imparable hasta nuestros días formando un gran corpus de música española para orquesta de cuerda que, en su gran mayoría, todavía permanece desconocida bien porque no está editada (de muchas obras sólo existen los manuscritos originales de los compositores) o porque, por increíble que parezca, no interesa a los intérpretes españoles.

            En el primer caso, España siempre ha adolecido de grandes editoriales de música que publicasen obras orquestales y tuviesen la suficiente fuerza, como ocurre en otros países europeos, para imponer las obras en las programaciones estables de las orquestas públicas. Durante el siglo XIX, los pocos compositores españoles que conseguían estrenar una ópera en el Teatro Real de Madrid se veían obligados a hacerlo en italiano ya que no se aceptaba que fuese en español y durante el XX, las orquestas sinfónicas españolas apenas han programado en sus conciertos música española, con lo cual todavía hay muchas obras que están esperando su primera interpretación.

            En el segundo caso, si un intérprete español sí está interesado en interpretar música española, como no está publicada y no se sabe exactamente lo que existe, tiene que buscar y convertirse también en musicólogo ya que la mayoría de éstos apenas están interesados en estudiar la música más cercana  y ponerla a disposición de los intérpretes.

            En cuanto a las obras contenidas en este CD, solamente las de Andrés Gaos están editadas modernamente por la Xunta de Galicia gracias al tesón de su hijo y del músico Joam Trillo, las demás se han conseguido después de una ardua tarea de búsqueda en archivos y bibliotecas españoles, tanto públicos como privados, y solo se encuentran en los manuscritos originales.

            Es este CD, por tanto, una pequeña muestra de música española para orquesta de cuerda con obras en su mayoría desconocidas. Obras que van desde un estilo elaborado de salón finisecular –Jimeno de Lerma, Giménez, Fernández Caballero y Goberna–, pasa por el que fue gran promesa de la música española tempranamente desaparecido –Olmeda–, en el que destaca su evolución hacia un elaborado contrapunto modernista de cambio de siglo, y culmina con tres grandes autores sinfónicos de la Generación del 98 –Gaos, De la Viña y Gómez– que se identificaban plenamente con sus contemporáneos centroeuropeos,  especialmente De la Viña, uno de los más grandes sinfonistas españoles y uno de los casos más injustos de olvido musical.

 

Sobre los autores y las obras

 

            José Ildefonso Jimeno de Lerma: Minuetto. Nacido y muerto en Madrid (1842-1903), continuó la profesión paterna de organista y, exceptuando el tiempo que estuvo de maestro de capilla y profesor del Seminario de Santiago de Cuba (plaza obtenida con 19 años), desarrolló su actividad en Madrid. Sustituyó a su padre como organista de la catedral de San Isidro, fue elegido académico de Bellas Artes en 1879 y en 1897 director del Conservatorio de Madrid. Aunque la mayor parte de sus obras fueron de carácter religioso participando en el movimiento de renovación que surgió a finales del XIX, también compuso varias sinfonías en su juventud –se conserva un manuscrito con una Sinfonía nº 4 de 1874– y algunas obras para cuerda que fueron interpretadas en las temporadas de la Sociedad de Conciertos de Madrid. Fue un gran recopilador de música religiosa española y la gran biblioteca musical que atesoró fue donada a la R. A. de Bellas Artes de San Fernando.

            La gran formación musical que Jimeno de Lerma poseía gracias a las enseñanzas de su padre Román Jimeno (siempre firmaba como ‘Jimeno hijo’) se perciben en este precioso Minuetto compuesto seguramente para alguna sesión de salón musical y del que se desconoce la fecha de composición. Sobre una obra en origen tan sencilla, Jimeno de Lerma despliega un elaborado ramillete de breves y encantadoras ideas musicales, en absoluto vulgares ni triviales, que remiten al universo romántico que G. A. Becquer había creado con sus célebres poesías.

 

            Gerónimo Giménez: Minuetto y Trío. Aunque nació en Sevilla en 1854 y murió en Madrid en 1923, Giménez se consideraba profundamente gaditano ya que fue en Cádiz donde pasó su infancia y juventud, se formó como músico y fue becado por su Diputación para estudiar varios años en París. Se le recuerda hoy día solamente por un puñado de geniales zarzuelas en las que destaca un gran dominio orquestal pero en sus inicios tuvo veleidades sinfónicas (como otros compositores españoles) componiendo varias sinfonías y otras obras de carácter  sinfónico. Precisamente, su dominio sinfónico y su concepto instrumental de abordar la música española influyeron poderosamente en M. de Falla que lo consideraba un gran maestro. También destacó Giménez como violinista y sobre todo como director de orquesta. Es de lamentar que su muerte se produjera en el olvido y casi en la indigencia.

            De este Minuetto y Trío, original para cuarteto de cuerda, se desconoce su fecha de composición y demás circunstancias compositivas, si perteneció a un cuarteto de cuerda en varios movimientos o es originalmente así. En cualquier caso, es una obra graciosa, sencilla y muy bien escrita que responde al estilo salonístico de finales del XIX.

 

            Manuel Fernández Caballero: Andante (del cuarteto en Do).  Nacido en Murcia en 1835 y muerto en Madrid en 1906, se formó musicalmente con su tío en su ciudad natal hasta su marcha a Madrid en 1850 para completar sus estudios en el Conservatorio, donde estudió composición con H. Eslava obteniendo el primer premio con su Ave Maris Stella, magnífica obra que Eslava publicaría en su Lyra Sacro Hispana. En 1864 se marchó a vivir a Cuba y a partir de su regreso en 1871 comienza su gloriosa carrera de éxitos como compositor de zarzuelas, algunos de cuyos títulos forman parte de la cumbre de este género. Su entierro, como el de Chueca, fue una demostración popular de admiración a su música con un multitudinario gentío rodeando la comitiva fúnebre. Algunas de sus melodías formaban parte ya del acervo musical popular y el virtuoso Sarasate había adaptado la famosa habanera de La gallina ciega para sus Danzas españolas. Fernández Caballero también destacó durante un tiempo como director de orquesta.

            Este Andante pertenece a un cuarteto en Do mayor compuesto seguramente en los últimos años de estudio en el Conservatorio, 1856-7, ya que en su portada figura “Cuarteto para violines, viola y bajo compuesto por Manuel Fernández Caballero alumno de Conservatorio de Música y discípulo del Mtro D. Hilarión Eslava”. Se conserva en un manuscrito desordenado en el que faltan numerosas páginas. La obra parece tener cuatro movimientos de los que sólo se conserva completo este bello y lírico movimiento central, muy bien planteado y desarrollado, en el que se percibe una cierta influencia mendelssohniana, cuya música gozaba de gran predicamento entre los aficionados españoles a la música de cámara.

 

            Roberto Goberna: Marcha brillante. Nacido y muerto en Barcelona (1858-1934), se educó en la Escolanía de Montserrat y estudió piano, órgano y composición. Fue Maestro de Capilla y organista de la iglesia de la Concepción y director de la Sociedad Barcelonesa de Conciertos. Participó y destacó activamente como organista, pianista o director de coros y orquestas en las temporadas de conciertos de Barcelona o colaborando como crítico en varios periódicos importantes. Aunque su mayor producción es la música religiosa también compuso obras para órgano, piano, canciones y música de cámara. Es de destacar también sus artículos sobre “El presente y el porvenir de la música religiosa”.

            Esta Marcha brillante, de la que se desconoce la fecha de composición, se la dedicó Goberna a ‘S. M. el Rey D. Alfonso XIII’ tal como figura en la portada del manuscrito, en el que se dice más adelante “Dedica la adjunta ‘Marcha’ y desea que S. M. la oiga ejecutar incluso trayendo la orquesta a Palacio”. Destaca en esta verdadera marcha brillante la realización de un ‘fugato’ sobre un antiguo toque militar español y la inclusión de la ‘Marcha granadera o Marcha Real’ del siglo XVIII que fue himno oficial de España hasta la II República; marcha que después, en 1937, sería retomada por la dictadura del general Franco nuevamente como himno oficial de los sublevados y a partir de 1942 como Himno Nacional de España. Himno vigente en la actualidad. 

 

Federico Olmeda: Andante religioso (quinteto imitado de Beethoven). Oda-Fuga. Lamentación.  Nacido en Burgo de Osma (Soria) en 1865 y muerto en Madrid en 1909 a la edad de 44 años, es el caso de este músico el de un joven genio muerto prematuramente. Estudió principalmente órgano y contrapunto, consiguió bien joven el magisterio de la catedral de Burgos, pasando en 1907 a Madrid a ocupar el del Monasterio de las Descalzas Reales y a dirigir la revista La voz de la música. Su especial inclinación al contrapunto le llevó a ganar un concurso en Milán de composición de fugas con una realizada sobre un tema dado que eran dos fugas superpuestas, una en tono mayor y otra en menor. En su etapa burgalesa publicó importantes trabajos musicológicos, entre ellos el famoso Cancionero popular de Burgos, publicado en 1902 y conocido vulgarmente como Cancionero de Olmeda. Dice el hispanista francés H. Collet en su libro L’essor de la musique espagnole au XX siècle que “el artículo ‘Cante jondo’ de Manuel de Falla define técnicamente las características del melos gitano del Albaicín según los métodos de exégesis creados por Olmeda en cuanto al melos de Castilla”. Compuso una Sinfonía, el poema sinfónico El Paraíso perdido, piezas para violín y piano, un cuarteto de cuerda y numerosas obras para piano y para órgano. A su muerte, su gran biblioteca, que contenía numerosos manuscritos antiguos, polifonía e incunables, fue adquirida en subasta por el librero de Leipzig K. W. Hiersemann, quien a su vez la vendió después a la Hispanic Society of America de Nueva York. El profesor Miguel A. Palacios publicó en el año 2003 una importante biografía sobre este músico con la catalogación de su obra.

            En las tres obras de Olmeda que aquí se presentan se aprecia la gran evolución que tuvo el músico desde sus inicios con influencias de los grandes clásicos hasta su elaborado contrapunto, muy en boga por aquel tiempo. El bellísimo Andante religioso es un ‘quinteto imitado de Beethoven’, como el autor dice, compuesto hacia 1888 y que, como los quintetos del alemán, utiliza también la formación con 2 violas. Al año siguiente publicaría una versión para piano en Barcelona. De 1893 es la Oda-In festo septem dolorum para órgano, una gran fuga en Fa# menor, que fue publicada en París en 1903. Es de suponer que fue el propio Olmeda el que realizara esta excelente versión para cuerda, titulada Oda-Fuga, que enriquece la instrumentación con duplicaciones y cambiando algunas voces a la octava. La Lamentación, de 1897, también es original para órgano y según H. Collet digna de C. Franck. Es un canon modal a dos voces a la doble octava con un ritmo siempre igual de negras y una voz intermedia que mantiene un pedal de Do. La obra es tan atractiva, audaz y sugerente que no he resistido la tentación de realizar un arreglo para orquesta de cuerda.

           

Andrés Gaos: Suite (a la antigua). Impresión nocturna. Nacido en La Coruña en 1874 y muerto en Mar del Plata (Argentina) en 1959 se formó primeramente en su ciudad natal, más tarde completó en Madrid sus estudios de violín con J. de Monasterio y los amplió en Bruselas con E. Ysaye, así como los de composición con F. A. Gevaert. Realizó numerosas giras como violinista por Europa y América, siendo acompañado al piano en una de ellas por C. Saint-Saëns. En 1895 se estableció en Buenos Aires, realizando desde entonces una gran labor como profesor, director y compositor. Aunque Gaos compuso algunas importantes obras de carácter nacionalista, especialmente gallego, su verdadero espíritu es neorromántico en el estilo de los grandes compositores centroeuropeos de su época. Es el caso de las dos obras que aquí se presentan.

            Suite (a la antigua) tiene su origen en una excelente e inspirada obra para piano en cuatro movimientos titulada Miniaturas y editada en 1898. Años después, Gaos realizaría una versión para cuerda de tres de sus movimientos y, a finales del siglo XX, su hijo A. Gaos Guillochón la completaría orquestando el que faltaba. Sin embargo, para esta grabación hemos preferido realizar la versión original del autor en tres movimientos. Impresión nocturna es una magnífica y apasionada obra neorromántica, de intenso contenido emocional y complejas y elaboradas armonías, compuesta en 1937 con motivo de la Exposición Universal de París, siendo estrenada el mismo año en la Sala Gaveau por la Orquesta Lamourex dirigida por el autor. Gaos tenía un gran aprecio por esta obra y dejó dicho que sonara en su funeral.

 

            Facundo de la Viña: Cautivos por España – Lamento. Nacido en 1877 en Gijón (Asturias) y muerto en 1952 en Madrid, es el de este compositor uno de los olvidos más llamativos de la música española por la importancia y calidad de su obra: entre 1896 y 1946 compuso, entre otras, 6 óperas y 17 poemas sinfónicos, siendo uno de los grandes sinfonistas españoles en la línea de sus contemporáneos R. Strauss o J. Sibelius. De la Viña se formó principalmente en el Conservatorio de Madrid en piano y composición y posteriormente ampliaría sus estudios en París con P. Dukas. La interpretación de sus poemas sinfónicos siempre fue recibida elogiosamente por la crítica que destacaba su maestría en la orquestación, lo mismo que algunas de sus óperas que fueron premiadas; sin embargo, gran parte de su obra está todavía sin estrenar.

Cautivos por España – Lamento, para orquesta de cuerda y algunos instrumentos de percusión, está fechada en marzo de 1939 y es producto de los años de la Guerra Civil española (a la que hace alusión en el título) que De la Viña pasó en Valladolid identificado con el franquismo. Dejando de lado las consideraciones de ideología política que tanto han influido en la valoración de los creadores adscritos al franquismo, hay que decir que ésta es una gran obra. Comienza con un sencillo, pero emocionante, solo de viola que da paso a un dramático y sentido discurso orquestal de gran expresión y hondura dramática que refleja el dolor y la tragedia de la guerra civil. Al final, el autor hace una alusión al Cara al sol (himno de la Falange) que sugiere la identificación política.

 

  Julio Gómez: Danza cortesana y Scherzo. Nacido y muerto en Madrid (1886-1973), comenzó los estudios musicales con su padre para continuarlos en el Conservatorio, especialmente composición con E. Serrano y T. Bretón, a la vez que la licenciatura en Historia en la universidad que culminó con el grado de doctor. Aunque después de la Guerra Civil española fue encarcelado y depurado por su adhesión a la República, obtuvo plaza de profesor de composición en el Conservatorio formando a un gran número de importantes compositores españoles. Hombre culto e intelectual, también trabajó como bibliotecario y crítico musical. Fue famosa su polémica con M. de Falla a raíz de un artículo de opinión sobre otros compositores españoles contemporáneos. Es de destacar su producción sinfónica en la que se dio a conocer bien joven, una decena de obras, así como su refinada música de cámara.

En 1947 adapta Gómez para orquesta de cuerda los dos movimientos centrales, Danza cortesana y Scherzo, de su encantador y neoclásico Cuartetino de 1941 –que junto a su anterior , y más importante, Cuarteto Plateresco conforma su producción cuartetística– , versión orquestal que fue dada a conocer por A. Argenta dirigiendo la Orquesta de Cámara de Madrid.